domingo, 25 de enero de 2009

LA MILITANCIA DEL FA ESTÁ DE LICENCIA

Ofensiva. Sin apoyo del Frente Amplio el gobierno defiende a la gente


Al FA le hace falta una fuerte coordinación de los precandidatos con la presidencia del FA y con el gobierno, para defender lo hecho y para volver a enamorar a un pueblo que en estos cuatro años recobró la dignidad y la capacidad de saber que en estas tierras hay futuro y que vale la pena quedarse.

"El árbol se mide por sus frutos" decía hace muchos años un viejo dirigente comunista cuando en la izquierda se debatía sobre estrategia y acumulación de fuerzas.

Hace unos meses muchos escribimos y otros hablaron sobre la necesidad de que en el congreso del Frente Amplio se lograra una fórmula de consenso, que impidiera ir a las elecciones internas y que detrás de esa fórmula se alineara toda la izquierda y el progresismo.

Para algunos la fórmula era "Astori-Mujica", para otros "Mujica-Astori". Eso no fue posible y el congreso del FA terminó votando a cinco precandidatos. Ahora, las consecuencias de no haber logrado una fórmula de consenso están a la vista: la ofensiva es de la derecha.

Debido a la crisis mundial y a la sequía regional tenemos al gobierno de Tabaré Vázquez, el mejor desde la salida de la dictadura, batiéndose casi solo con problemas que no nacieron de errores en la política económica, mientras que la fuerza política brilla por su ausencia o se limita a ver por TV como las Fuerza Aérea y los bomberos combaten con sentido de servicio los incendios provocados por uruguayos que muestran su incultura (se puede saber quien fue Rodó, pero no se puede hacer un asadito en medio de los campos porque eso es falta de cultura). La lucha contra la sequía ha quedado en manos del ministro Ernesto Agazzi y su equipo y la lucha contra la inflación en manos del equipo económico.

Y lo está haciendo bien, pero no tienen en su entorno a la militancia amplificando el combate del Estado y mostrándole a la población que hay un gobierno que se pone sobre sus hombros las urgencias y los problemas más acuciantes.

Es que el Frente Amplio está de licencia, como si las fuerzas políticas tuvieran derecho a descansar cuando el peligro asoma en el horizonte. Las juventudes frenteamplistas, si es que las hay ­muchos menos las de blancos y colorados que disfrutan morbosamente de los problemas actuales porque eso puede llegar a dar votos­ brillan por su ausencia y seguramente están enfrascadas en hermosos debates sobre la libertad del individuo, mientras otros jóvenes ven perder las conquistas acumuladas durante años por distintas generaciones de sus familias.

La respuesta del gobierno y del presidente a la sequía y al aumento de los precios, ha sido categórica, firme y eficiente. Pero a pesar de ello, como en un año electoral se permite todo ­dicen­ el doctor Jorge Larrañaga se sale del centro político, se vuelca a la derecha, y apuesta, una vez más, a la falsa contradicción campo-ciudad, al mejor estilo de Chicotazo.

Para canalizar electoralmente las angustias de nuestros hermanos del campo, falta a la verdad y dice que no hay apoyos del gobierno para ese sector del país, mientras sí los hay para subsidiar el boleto a los estudiantes de Montevideo o ayudar a recuperar al teatro El Galpón. Estamos, entonces, ante una verdadera trampa discursiva, que muestra a la dirigencia política tradicional de nuestro país con toda la intención de crear un clima de incertidumbre, como ya lo adelantamos el domingo pasado, para que el gobierno llegue a mediados de año en medio de una confrontación social provocada por intereses políticos, que ponen sus ancas sobre los problemas que son de carácter climático o que fueron provocados por problemas ajenos a la conducción de nuestra economía.

Todo indica que llegó la hora de levantar las licencias en el FA, si es que alguien tiene capacidad de mando, para salir a defender al gobierno, sin dejar de discutir si es necesario o no presentar dos o más precandidaturas. Al no haber habido consenso el camino es que se permita a todos participar, que cada cual asuma sus riesgos y que cada quien haga lo mejor que entienda, porque a nadie se le puede obligar a sentirse bien con tal o cual liderazgo.

Mientras estas definiciones se procesan, al Frente Amplio le hace falta una fuerte coordinación de precandidatos con la presidencia del FA y con el gobierno, para defender lo hecho y para volver a enamorar a un pueblo que en estos cuatro años recobró la dignidad y la capacidad de saber que en estas tierras hay futuro y que vale la pena quedarse hasta el momento de la muerte.

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